A nadie se le escapa que nuestra forma de vestir da información sobre cómo somos: serios o creativos, informales o innovadores, transmitiendo incluso nuestro estado de ánimo. O que la apariencia de un plato puede hacer que nos resulte exquisito o que prefiramos pasar directamente a los postres. Con el diseño pasa exactamente lo mismo, pero más allá de esa idea queremos reivindicar el diseño y darle el lugar que se merece con 3 buenos motivos.

① La forma como contenido

La estética que le damos a los contenidos de nuestras comunicaciones en sí misma también transmite un mensaje. El diseño, los colores, el tono… todo comunica y puede llegar reforzar el concepto mismo de la comunicación y los valores de marca.

Marshall McLuhan acuñó la frase “el medio es el mensaje”, refiriéndose a que el medio de comunicación crea una relación simbiótica con el mensaje en sí, a veces dándole otro significado. El diseño por su parte puede llegar a jugar este mismo papel, enfatizando el mensaje o dotándolo de matices que de otra manera sería muy complicado plasmar.

Ejemplo de diseño

② Pasión por el detalle

El buen diseño puede ser extremadamente complejo o llevado al absoluto minimalismo, pero lo que nunca puede faltar es la atención al detalle.

El detalle produce en el receptor, y la mayor parte de las veces de manera inconsciente, la correcta transmisión de los valores buscados por el diseñador: elegancia, impacto visual, gran consumo, simplicidad… Todo es posible. A menudo, observamos piezas de diseño, muebles, edificios, diseño gráfico, etc. y no sabemos muy bien porqué, pero nos atraen. Con toda probabilidad los detalles estarán bien trabajados. Y esto no es baladí, porque da valor a nuestro producto o servicio, dando cimientos y ventaja a nuestra marca sobre la competencia.

③ Un buen diseño puede tener un coste elevado, pero lo realmente caro es un mal diseño

Un mal diseño, además de dinero, puede costarnos el esfuerzo invertido por parte de otros departamentos, echando por tierra estrategias logísticas o de marketing. Por no hablar del prestigio o valores que tanto tiempo tardan en construir las marcas.

Por esta razón, ya sea que tengamos entre manos el restyling de un logo, la realización de la próxima campaña publicitaria o el diseño de una página web, hemos de dedicar esfuerzos y recursos suficientes a lo que es la guinda del pastel de nuestra actividad.

En un mundo cada vez más competitivo no basta con tener un buen producto o servicio, todos los procesos y pasos que separan nuestro producto del consumidor final han de estar cuidados al máximo. De lo contrario todo puede quedar en un castillo de naipes muy costoso de volver a construir.

Ejemplo de diseño