La franquicia es un modelo de alianza empresarial entre dos empresas; una del franquiciador que posee un modelo de negocio de éxito probado, una marca comercial, que está en disposición de dar una formación inicial y una asistencia a otro empresario (el franquiciado) que adquiere esos conocimientos y pautas de gestión a cambio de unas contraprestaciones (royalties , can de entrada, rápeles de proveedores…) y de respetar el modelo de negocio del franquiciador.

Se apuesta porque minimiza el riesgo empresarial del franquiciado, y porque permite al franquiciador crecer con recursos económicos y humanos de terceros. Ve ampliar su marca y permite una expansión mas dinámica que con recursos propios.

Se franquician unas 400 empresas y se incorporan como franquiciados de unos 4.500 a 6.000 emprendedores al año.

Como todo negocio del siglo XXI, la digitalización y la comunicación resultan elementos decisivos en la propuesta de valor de las marcas hacia sus franquiciados y clientes finales.

En sus inicios, cuando la marca se franquicia en muchos casos la notoriedad de la marca es pequeña o local… Con el crecimiento de la red y el impacto de la enseña, el factor marca llega a convertirse en otro valor añadido que atrae al emprendedor.

Efectivamente las marcas en franquicia proponen soluciones a demandas globales pero en algunos casos la franquicia ha de adaptarse a necesidades o demandas especificas locales que obligan a modificar su oferta para hacerla mas atractiva en un mercado de destino diferente al de origen.

No hay una cifra concreta o exacta, pero se ha de calcular en cada caso una aportación en concepto de royalty de marketing de cada franquiciado que suponga una vía de financiar la potenciación de la marca pero que repercuta también a nivel local y no solo institucional. Suele ser un porcentaje de la facturación del punto de venta.